Hoy voy a hablarles de Distrito 9, film que llamó poderosamente mi atención el año pasado, principalmente por su argumento, vinculado con la problemática del racismo y la xenofobia y su modo particular de narrarlo, en el cual se da una cruza de géneros poco usual: sin que se noten las costuras, la peli arranca como un documental clásico pero luego se irá convirtiendo en una bien de acción.
Distrito 9 es la ópera prima de Neill Blonkamp, un joven realizador sudafricano que anteriormente había dirigido el corto “Alive in Joburg”, trabajo con el que impresionó hondamente al director neozelandés Peter “El Señor de los Anillos“ Jackson, quién, rápido de reflejos, le sugirió adaptar la premisa principal del corto a un formato de largometraje.
El film comienza con una serie de materiales de archivo de TV y entrevistas a cámara a distintos especialistas (sociólogos, historiadores, etc) que se encargan de ponernos en situación: todo transcurre en el presente, en la ciudad de Johannesburgo, Sudáfrica. Se han cumplido casi 30 años del arribo de una extraña y gigantesca nave extraterrestre, que se posa sin previo aviso sobre la ciudad y allí se queda. Un tiempo más tarde, los científicos encargados de hacer contacto descubrirán que dicha nave es habitada por un contingente de aliens obreros a la deriva, al borde de la inanición y en pésimas condiciones sanitarias, que al parecer huyeron como pudieron de su planeta de origen a causa de algún desastre mayor. Y a la humanidad, en un gesto por demás mezquino, no se le ocurre peor idea que alojar a los nuevos visitantes en el Distrito 9, un barrio sumamente precario junto a las capas más pobres de la población[1] quienes, pese al esfuerzo denodado de algunas ONG de derechos humanos por integrar a ambas culturas, ya no soportan a estos extraterrestres debido a sus costumbres extrañas y su comportamiento errático y sólo desean que alguien los expulse definitivamente de allí. Mientras tanto, el Gobierno comienza a dividir la ciudad en sectores Humanos y No-Humanos, y a ambas razas se les prohíbe terminantemente entrar en el territorio del otro, con el aparente fin de “evitar conflictos”. Desprovistos de recursos, los langostinos -nombre vulgar con que son apodados los extraterrestres, por su supuesto parecido con aquellos crustáceos marinos- comienzan a hurgar desesperados en la basura, a saquear comercios y vagar por las calles buscando algo de comida[2].
Finalmente se le encarga la tarea de desalojo a MNU, MultiNational United, una megaempresa vinculada al desarrollo y venta de armas de combate que intenta sin éxito manipular las armas extraterrestres, que sólo responden a su ADN y resultan inútiles en poder de los humanos. Esta empresa, a su vez, delega la tarea en manos del protagonista, Wilkus Van Der Merwe[3], el yerno del capo de la compañía, la complicada tarea del traslado definitivo hacia una especie de campo de concentración para alienígenas. Por si fuera poco, Wilkus resulta ser un completo tarado por lo que las cosas comienzan a complicarse más y más: el escuadrón SWAT que lidera Wilkus debe ir casa por casa y hacer firmar a cada alienígena su consentimiento con la orden de desalojo, quienes, ante la posibilidad de un destino incierto, se niegan rotundamente a ser trasladados. Es en estos casos en que interviene la brutalidad policial para obligarlos a firmar como sea. En uno de estos enfrentamientos, Wilkus recibe una descarga en la cara de un líquido misterioso, que con el transcurrir de las horas comienza a provocarle una profunda mutación genética en su cuerpo. Entonces
Con los minutos, la premisa inicial del film va perdiendo fuerza y Blonkamp decide recostarse en el costado más obvio y espectacular que es el de las escenas de acción, como por ejemplo la impresionante secuencia del enfrentamiento entre Wilkus -enfundado en un exo-esqueleto robot- y las fuerzas SWAT de
Por: LeoAbsurdo
[1] Algo así como
[2] Cualquier parecido con el Apartheid, régimen de opresión brutal llevado a cabo por los boer -una minoría blanca- sobre las distintas tribus indígenas no es ninguna coincidencia. En este sentido, Distrito 9 se ubica en las antípodas de “Invictus”, el último film de Clint Eastwood, y su visión idílica e hipócrita de Opresores y Oprimidos tendiéndose la mano y dejando atrás un pasado doloroso.
[3] De un asombroso parecido físico con el Jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri.
3 comentarios:
Excelente película, la vi dos veces.
Si, es una película extraña, que dificilmente te deje indiferente. vale la pena verla y reveerla, y compararla con el pescado que nos quiere vender Clint Eastwood con su ultimo film.
Hola :) Muy buena peli, la vi hace poco. No dejé de pensar en los palestinos de la Franja.
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