El argumento de Bolivia gira alrededor de Freddy (interpretado por Freddy Waldo Flores), un inmigrante boliviano indocumentado recién llegado a Buenos Aires que consigue trabajo como parrillero en un bar del barrio de San Cristóbal. En este lugar conoce e interactúa con personajes de toda índole, como Enrique, el dueño del bar, quien se aprovecha de su condición de indocumentado pagándole una remuneración miserable (soberbio trabajo del siempre poco reconocido Enrique Liporace); Rosa la mesera, venida de Paraguay (interpretada por Rosa Sánchez) una mujer reservada con la que traba una efímera relación afectiva, el Oso, un habitué de la parrilla cuyo actividad nunca se especifica del todo (gran labor de Oscar “Oso” Bertea, quien suele desempeñarse como asistente de dirección en algunas tiras de Pol-Ka); Marcelo, un taxista amigo del Oso; y Héctor, un vendedor ambulante que intenta establecer un acercamiento amoroso para con Freddy (a cargo del recordado Héctor Anglada, quien falleció en un trágico accidente de moto en 2002: un actor muy reconocido por su trabajo en tiras televisivas como Gasoleros, Campeones y RRDT).
El gran mérito de Bolivia, a nuestro entender, es plantear la cuestión de la xenofobia y el racismo, tópicos nunca del todo abordados en el cine argentino; esa xenofobia velada, solapada, que al intentar ocultarse termina poniéndose de manifiesto de forma mucho más violenta que la discriminación abierta (ya desde la segunda secuencia, los títulos de inicio - un partido de fútbol por las Eliminatorias entre Argentina y Bolivia relatado por Mariano Closs y Fernando Niembro, nos muestra, mediante un montaje sintético y discontinuo en el cual Argentina gana holgadamente mientras suena en contrapunto una música del altiplano, cómo la pareja de locutores aborda con aires de superioridad y un muy poco disimulado racismo a la comunidad boliviana -“Bolivia se desordena, se desorganiza!”- : Caetano elige el fútbol como ejemplo extremo del exacerbamiento de las identidades culturales) . Asimismo, a lo largo del film también se van reflejando las tensiones sociales existentes en nuestra vida cotidiana: la explotación, la falta de trabajo, la ruptura de los lazos sociales, la desconfianza, la escasez de oportunidades, la desesperanza, etc (por ejemplo en la tercera secuencia, apenas arribado a Capital, Freddy es requisado en una vereda de forma muy violenta por un par de policías, en medio de la noche). De alguna manera, es una cinta que da cuenta en su relato del principio del fin de una época, la de los ´90 de la convertibilidad.
En Bolivia, Caetano construye un personaje principal, Freddy, que también tiene sus claroscuros; en este sentido Caetano decide mostrar la discriminación hacia el ‘Otro’ en Argentina a través de la elección de un inmigrante en particular, pero no mediante una mirada compasiva o paternalista sino con un personaje con participación activa en la estructuración del relato del film, pese a ser víctima constante de atropellos y vejaciones por parte de Enrique y el Oso, entre otros. Existe por parte del director un fuerte involucramiento en la construcción del personaje y su conflicto, en el modo en el que nos es representada la travesía de Freddy por medio de planos cerrados, extensos, donde predominan los silencios, la cámara tiende a inmiscuirse, a meterse con lo que sucede, no cuenta todo desde un punto de vista alejado, neutral, la acertada correlación entre la elección del tipo de soporte fílmico (un blanco y negro sucio y descarnado, con alto nivel de grano) con el tipo de historia que se narra (cruda, seca, violenta), el ambiente de hostigamiento se vincula permanentemente con los lugares agobiantes, los encuadres cerrados con los que trascurre la acción, los diálogos cargados de subtexto donde los personajes siempre están enunciando más de lo que dicen y hasta mintiendo descaradamente, recurso muy poco utilizado en el cine actual: vemos a los personajes no sólo hablando, sino haciendo, lo que en ocasiones los hace incurrir en contradicciones. Sin embargo, no se trata de una permanente bajada de línea por parte del realizador, sino que su tarea consiste en exponer estas contradicciones, hacerlas evidentes, dejando en manos del espectador el trabajo de juzgarlos o no.
A través de pequeños, ínfimos detalles es que vamos descubriendo con el transcurrir de la película fragmentos de la vida anterior del boliviano: que vino desde Bolivia al quedarse sin trabajo en los campos de cultivo, que tiene 4 hijos y una mujer a los que dejó para poder primero asentarse él, e incluso le brota de golpe su posición política con respecto al imperialismo (nos referimos a la escena de la bailanta donde Freddy, alcoholizado, comienza a maldecir a “esos yanquis de mierda”; se deja entrever que el trabajo que Freddy tenía en Bolivia le fue arrebatado por la milicia antidroga norteamericana).
Aunque esta posición igualmente es relativizada por el propio Caetano en una entrevista a la revista Sudestada, en 2005: “En Bolivia tenía una mirada adolescente de cómo eran las cosas, no me había propuesto nada, pero está cargada de cuestiones de formación política que yo había tenido, de una forma de mirar y percibir ciertas cosas que en ese momento no se hablaban. […] ahora la veo y me parece bastante dura, pero con una mirada bastante sorprendida de esos personajes. No es que va al lado oscuro de los personajes sino que está todo el tiempo como con cierto pavor a eso. Si la tuviera que hacer ahora, tal vez sería menos condescendiente con los personajes, mostraría miserias más profundas”[1].
Pese a ser ignorado por la crítica y el público al momento de su estreno, se trata de uno de los films más logrados de Caetano, tanto en su temática como en su abordaje, mediante un sólido manejo de los encuadres y de creación del espacio sonoro (sobre todo en las escenas que transcurren en el bar) y una gran dirección de actores, amén de un inteligente montaje y puesta en escena. En suma, un film que vale la pena volver a revisar, si pretendemos no perder la memoria de aquellos nefastos años noventa, una de las décadas más oscuras y devastadoras, a nivel social, económico y cultural, que sufrió nuestro país.
[1] Portela, Ignacio. “Entrevista a Adrián Caetano”, Revista Sudestada, pp 31.
10 comentarios:
Coincido Caspa, en todo.
A mí también me parece lo mejor que ha hecho Caetano en toda su producción. Me parece mucho más profunda que Pizza, Birra, Faso. Y es un relato que te involucra todo el tiempo, las actuaciones, todas geniales, ostentan un nivel de credibilidad que es imposible no tomar partido, no ponerse en el lugar de Freddy o de los otros.
Y qué decir de esa dupla de Fox Sports que ya no hayamos dicho.
Si ellos pudieran conseguir algún día el 10 % del refinamiento natural de las personas de la comunidad boliviana, eso que no se compra en ningún lado, tal vez alcancen a recibirse de personas. Por ahora son mediocres comentaristas de fútbol.
Un abrazo
"Bolivia" es una de las piedras preciosas de esa república, a veces desértica, llamada "Nuevo Cine Argentino".
Caetano supo narrar una historia, algo que parece simple pero que es tan extraordinariamente difícil para tantos.
Un abrazo fuerte (vengo cruzándote en casas amigas y tenía muchas ganas de aterrizar en la tuya).
Mujer: gracias por pasar y comentar. Parece que coincidimos en que este es uno de los mejores trabajos de la (como mínimo) irregular carrera de Caetano (Bolivia, Disputas, Cronica de una Fuga, Tumberos). Vamos a ver con la nueva...
Con respecto a la dupla cavernaria, nada maás por agregar, usted lo ha dicho todo.
PAJARO: Tambien a ti te agradezco el visitar la Caspa de Malditos. EStuve mirando el suyo: excelente! Ahora mismo la agrego al blogroll y seguire pasando de vez en cuando por allí.
Abrazo!
PD: se viene el post sobre Avatar 3D en estos dias...
Me cae, y siempre me cayó como el culo Caetano. Peor me cae el cara de Pánfilo de Trapero. Creo que el talentoso ahí era Stagnaro. Por cierto, alguien sabe que es de la vida de Bruno Stagnaro?
Pablo: Lo ultimo que le conocí a Stagnaro creo que fue como productor de Tumberos. Después le perdí el rastro. No vi Leonera (a la que todo el mundo no para de dispensarle elogios), pero en general la filmografía de Trapero no me atrapa demasiado, lo veo medio tibión. Me atraen los directores que se juegan por ciertas cosas, aunque a veces se equivoquen.
Para mi sorpresa, Leonera me gustó. Tiene los mismos defectos de Tumberos, es decir, tiene que contarte la historia de una persona de clase media/alta que cae en la tumba, no saben mostrar, al estilo Favio en "Crónica..." el devenir de alguien de clase baja que llega ahí, pero cuando pensé que iba a ver la clásica historia de la chica linda atrapada por las capangas del pabellón, me encontré con bastante humanidad y amor por los personajes. Un 6, que para Trapero es como decir demasiado.
El problema de Caetano es no saber contar una historia, querer se run director al estilo hollywood, despues arrepentirse y querer ser Truffaut, enfatizar todo el tiempo que el viene de abajo, y que leyó un par de libros y poesías comunardas. Todo eso lo quiere hacer en una sola película.
Si vemos Okupas, hay una historia, hay algo pensado de antemano, confianza en los actores, y una línea. Tumberos, que fue una de las peores grasadas, pomposa, quizo jugarla de Expreso de Medianoche, novela de suar y surrealismo, todo eso escribiendo el guión según lo que "pegaba" en la audiencia. Por eso fue un fracaso, salvo por la presencia de Urdapilleta, un fenómeno.
Pablo: Preciamente me parece que Caetano acierta más cuando filma a lo hollywoodense, es lo que mejor le sale. Ahora cuando quiere hacer un engendro como Disputas, patina feo.
Creo que si, como vos bien apuntas, el tipo quiere abarcar mucho y no se sabe bien qué direccion le quiere dar a su carrera. Pero tiene un par de highlights, innegablemente: Okupas y Bolivia.
Igual, hay una nueva camada de directores que se sale un poco del dogma Nuevocineargentinesco y hay que prestarles atencion: Ezequiel Acuña por nombrar uno.
Caetano no tuvo nada que ver en Okupas, su respuesta a ello fue Tumberos, que a mi entender fue la cosa más sobrevalorada de la última década. Okupas e ssimplemente perfecto, salvo por la musicalización (a cargo de Jean Pier Noer -?-).
Ezequiel Acuña, un amigo allá por sus comienzos, me acuerdo que yo estaba en una revista medio pelo de cine, y el tipo se fue hasta mi casa a dejarme su primera peli, que me pareció buenísima. Es quien mejor sabe retratar a los chicos ricos con pena.
la música original era de axel krigyer q es un genio máximo ya absluto, un dogma...
si van a bardear a directores que HACEN, por lo menos fundamenten. porque no hay nada peor que criticar sin constrir.
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